¿Qué hacemos cuando uno de los dos no quiere salvar el matrimonio?
- Esposos: Fidel y Janeth
- 6 sept 2018
- 5 Min. de lectura
A todos en algún momento de nuestra vida matrimonial nos toca cargar con el peso de los problemas, en mayor o en menor medida, e incluso muchas veces nos toca bajar de ese escalón en el que estamos y arrodillarnos para salvar nuestro matrimonio.

Primero que nada, queremos decirte que nunca permitas que absolutamente nadie, ni siquiera un sacerdote te diga que tu matrimonio no tiene salvación, sobre todo si es un matrimonio sacramentado, ya que a ninguno que esté bajo esa unión sagrada se le puede desahuciar.
Dios cuando instituyó este sacramento no dijo "hay restricciones" o "hay letras pequeñas que no has visto en este contrato", tampoco dijo "mi gracia no será completa para todos sino para unos cuantos", recuerda que Cristo nos dijo "NO LOS DEJARÉ SOLOS" y cree con fe firme que él está en medio de tu matrimonio.
Para que un matrimonio se logre salvar, necesita que los 2 pongan de su parte, aunque estamos conscientes que a uno de los dos le tocará la carga un poco más pesada que al otro, pero en este punto quiero que confíes en que Dios tiene el poder para restaurar y hacer todo nuevo, no es exclusivos de unos sí y de otros no.
No permitas que la desesperanza te invada y se apodere de tí, no permitas que tome tu alma y tu corazón y se quede hospedada allí, la desesperanza es una ofensa contra el Espíritu Santo, ella te quita el deseo de seguir trabajando a favor de tu matrimonio.
Es normal que la tristeza te invada, que te duela, que sientas que te ahogas, pero esto no puede convertirse en un sentimiento permanente las 24 horas del día, porque entonces eso quiere decir que piensas que sólo cuentas con tus fuerzas humanas para luchar esta batalla y eso no es así. El poder de Dios te acompaña, pero no te das cuenta porque te sumerges en eso que te hizo tu cónyugue, el "¿por qué a mí?", y dejas a un lado que esto es una prueba, que no lograrás pasar exitosamente sin la ayuda de Dios.
Cuando te sientas sin esperanza, cuando veas que pierdes las fuerzas pídele a Dios que te de la fuerza necesaria, que te muestre el camino, que te de ese consuelo que buscas, ya que estás muy lastimado(a). Dile: Señor, acepto mi cruz, con alegría, te entrego a mi matrimonio, a mi esposo(a), a mis hijos, mis rencores y todo lo que siento que no me deja verte y avanzar, Señor acepto tu voluntad.
A continuación, te dejamos algunos pasos que puedes seguir:
1. Persevera, aunque el otro no muestre interés. Evita la confrontación.
2. Ora mucho, Dios tocará su corazón y verás milagros mucho más grandes en tu vida.
3. Mentalízate: La cruz no es el sufrimiento y el dolor, ni que te pisoteen tu dignidad, es aceptar la voluntad de Dios y que creas en sus promesas por encima del dolor.
4. Has un examen de consciencia y analiza si has entregado todo a Dios, o aún hay áreas de tu vida, sentimientos negativos, orgullo, rencor, soberbia que no hayas entregado.
5. Visita el Santísimo, ora de forma contemplativa, cree que Cristo está vivo en esa ostia consagrada. Ve a comulgar si te es posible.
6. Busca un guía espiritual, ayuda idónea que te de esa voz de aliento y te ayude también a ver más claramente el camino.
7. No involucres a tus hijos, a tus cuñados, a tu mamá o suegros en esto, el final el matrimonio fue una decisión de ustedes dos.
8. Aléjate de esas personas que no apuesten a la salvación del matrimonio, y que vivan criticando la situación, o metiéndole leña al fuego; a veces acudimos a ellos porque nos dicen lo que queremos escuchar, pero esto no es sano para tu relación.
9. Busca un lugar privado de la casa para orar, pon un cuadro de la Virgen María o del Sagrado Corazón de Jesús, eso te permitirá en el plano físico pedirle y clamarle a Dios.
10. Busca algún tipo de actividad para relajarte: ejercicio, cursos, etc. algo que te distraiga la mente y te permitan aumentar tu autoestima.
A rezar mucho, cada vez más… Puede ser que el corazón del cónyuge este completamente cerrado y esa misma cerrazón le haga abandonar a la familia y creer que es feliz con alguien más. La ceguera espiritual es real. Tan real que yo sé cómo se ve y se siente.
Los milagros existen y tú puedes ser uno. A veces pareciera que nuestra oración no tiene éxito, pero es porque no estamos sabiendo pedir, porque estamos concentrados en nosotros, en el dolor que traemos, en si nos sentimos heridos, tristes y desilusionados.
Pero, cómo hacer si tu cónyuge ya no quiere luchar por su matrimonio. Es más, ya hasta les abandonó. La oración por la conversión del cónyuge debe concentrarse y centrarse en Cristo y en su Gracia. Cuando su corazón esté cerrado al amor de Dios hay que suplicarle a Jesús que lo mueva diciéndole algo así: “Jesús, sé que mi esposo (a) tiene su corazón cerrado para ti. Sé que está ciego y no lo quiere abrir para recibir tu amor. Yo sabiendo que delante de tus ojos somos “una misma carne”, te doy permiso a que entres a su corazón por medio del mío porque ante ti somos uno mismo. Yo te abro las puertas de su corazón para que entres a través de mí. Mi Señor y Padre bueno, confío en Ti. Pasa y has morada en él. Que te conozca y se enamore de Ti. Que te ame a ti más que a mí y que a nada ni nadie de este mundo. Que se dé cuenta que sin ti y sin tu amor no puede vivir. Tengo la certeza de que, si él te conoce y te ama a ti más que a mí, se dejará envolver por tu amor porque en ti siempre encontrará la alegría, la fortaleza y la sabiduría para darse cuenta y aceptar todo lo que hay en ti para él y de mí para él. Si él te ama a ti más que a mí abrirá su corazón al manantial de gracias que tú derramaste en nosotros el día de nuestro matrimonio”.
Ábrele las puertas de su corazón a través del tuyo porque espiritualmente son “una misma carne”. Dios entrará, te lo aseguro. Esto es uno de los maravillosos regalos y ventajas de cuando estamos casados, sobre todo sacramentalmente.
El mundo te va a decir que si no tienes dignidad, que lo mandes allá muy lejos, que te busques otra pareja porque tienes derecho de rehacer tu vida, que hagas eso y aquello porque Dios te quiere feliz.
Muchos consejos vendrán con muy buena intención. Sin embargo, todo esto que estas tentaciones te sugieren solo te darán satisfacción momentánea. Solo reflexiona que aquí lo que está en juego es una familia entera y el alma de cada uno de ustedes.
Ten siempre presente que el divorcio nunca será la solución para ninguna crisis matrimonial. La solución siempre será la conversión de los corazones por medio de Cristo y su gracia sacramental que es santificante.
Dios te bendiga y en su nombre te deseamos que salgas triunfante de esta lucha, que no es de 2 sino de 3.
Esposos: Fidel y Janeth con colaboración de https://es.aleteia.org
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