Cristo lo devolvió a mi hogar: Testimonio de infidelidad.
- Esposos: Fidel y Janeth
- 31 ago 2018
- 10 Min. de lectura
Frank y Leidy de 42 años ambos, eran una pareja de más de 18 años de matrimonio, casados civilmente, con 3 hijos, se conocieron cuando eran muy jóvenes, y se enamoraron a primera vista.
Frank provenía de una familia cuya educación había sido casi militar, por otro lado, Leidy provenía de una familia cristiana, donde recibió mucho amor y apoyo.
Leidy se dedicaba a las ventas de artículos de oficina, y Frank era un ingeniero electromecánico, el cual trabajaba para una empresa Aeroportuaria. Después de 5 años de servicio, la compañía para la que trabajaba Frank decidió liquidarlo, ya que habían vendido toda la compañía a una corporación francesa, Frank quedó desempleado, pero decidió colocar un pequeño taller en casa.
Leidy, completaba parte de las cuentas mensualmente con las que no podía cumplir Frank, ambos habían hablado y estaban de acuerdo que llevaría un tiempo el adaptarse al nuevo modo de vida, y debían hacer muchos sacrificios económicos, como cambiar a Sarah (la hija menor) de escuela, y pasar a Robin y a Alberto de la universidad privada a una pública. Toda la familia estuvo de acuerdo a este cambio, hasta que las cosas fueran mejorando o se presentaran nuevas oportunidades.
Lo cierto, es que, en ocasiones, nosotros hacemos planes, pero estos no van acorde a las acciones que ejecutamos, y así fue como a Frank y Leidy les ocurrió:
Frank al ver que la situación llevaba ya más de 6 meses, y que las cuentas no se lograban cubrir, buscó un trabajo como trasportista selectivo (Taxi), salía a las 4 de la mañana de casa, trabajaba hasta las 12 del día, y de allí regresaba a su taller, cuando eran aproximadamente las 10 de la noche, sus amigos lo pasaban a buscar e iban a beber a un bar cercano al barrio, Frank llevaba más de 2 meses haciendo lo mismo, sin darse cuenta que había caído en el vicio del alcohol.
Un día al regresar a casa, pasada de las 12 media noche, Leidy estaba despierta por primera vez cuando él regresaba, y le dijo: Frank, necesito que hablemos sobre algo muy importante, Frank le dijo que no era hora de hablar, que cualquier tema lo hablarían mañana, ella le insistió, y él le dijo: no quiero que me molestes, ya estoy cansado de esta vida que llevo contigo, siento que no avanzo, estoy seguro que si no estuvieras en mi vida, me iría mejor. Esas palabras le dolieron mucho a Leidy, quien por todos estos meses había estado orando por la situación económica de la familia, y había estado pidiendo a Dios que protegiera a su esposo cada vez que salía en la madrugada.
La conversación que quería tener Leidy con Frank, no tenía que ver con su problema de alcohol, tampoco con la situación económica, mucho menos con el poco tiempo que él dedicaba a su familia, tenía que ver con un mensaje que ella vio en el celular de él esa noche. En el afán de Frank de ir a beber con sus amigos, había dejado el celular bajo un auto en el taller, y Leidy lo tomó, al escuchar vibrar el celular de forma insistente, decidió ver el mensaje, el cual decía: "Mi amor, anoche estuviste espectacular, te espero a las 6:00am en casa para que desayunemos juntos, recuerda traerme ese pan que tanto me gusta".
Era obvio por el mensaje, que esta no era una relación de un solo día, de esas que muchos hombres describen como un error, me emborracharon, no sé qué me pasó, etc. Leidy, cuando vio ese mensaje el corazón se le partió en mil pedazos, lloró de forma desconsolada en el baño, mordía la toalla para que no se escucharan sus gritos, se halaba el cabello, se golpeaba la cabeza contra los azulejos, se preguntaba por qué a ella, por qué Frank le había hecho esto, con todo el apoyo que le había dado su familia.
Esa noche, Leidy, después de inundar su baño en lágrimas y dolor, se dio cuenta que no tenía apoyo, no tenía con quien hablar esta situación, y aquel ser con el que ella hablaba antes, ella había decidido alejarse de Él. Leidy era una mujer de mucha oración, todos los días oraba, pero lamentablemente tenía una relación con Dios bastante egoísta, ya que no oraba con su familia, no iba a misa, no compartía con ninguna comunidad, esa noche se dio cuenta de todo eso; empezó a sentir culpa por todo lo que estaba pasando, ya que, según ella, no buscaba a su esposo, y tampoco ella le dedicaba tiempo por estar enfocada a sus hijos. En sus gritos de desesperación y agonía, ella al final sintió una paz y algo que le decía en su mente y en lo profundo del corazón. "Leidy, no te preocupes, estoy contigo".
Leidy decidió salir y buscar la iglesia más cercana, le pidió a Dios paz y serenidad para poder enfrentar esta dificultad, regresó muy relajada a casa, sumamente pensativa, pero relajada, y ya conocen la respuesta que Frank le dio.
Frank tomó sus cosas, las tiró a su vehículo y decidió irse de la casa, en ese paso antes de salir vio su teléfono en la mesa y se lo llevó también. Frank había tomado la decisión que muchos hombres cobardemente toman al creer que van a estar mejor en otro lado, y abandonan su hogar. Frank decidió irse con Irma, una mujer de poco más de 2 años mayor que él, en muy buena situación económica, con una sola hija de 10 años, sin esposo, ella había estado ayudando a Frank de forma emocional y dándole eso que según ella "le hacía falta en casa". Frank le dijo a Irma que había tomado la decisión de irse de casa, y que quería vivir con ella, a lo que ella respondió sin pensarlo: "está bien".
Por otro lado, al día siguiente (que era un sábado), Leidy reunió a sus hijos en el desayuno, y les dijo que necesitaba que todos ellos fueran a partir del día siguiente a misa, que Frank y ella estaban pasando por una situación difícil y que sólo Dios los podría ayudar. Ellos aceptaron sin discutir, al ver a su mamá algo ansiosa y con los ojos rojos de llorar.
Frank en los días posteriores tuvo muy poca comunicación con Leidy, lo que hacía era comunicarse con Alberto, su hijo mayor, al cual le daba el dinero para cumplir con parte de su responsabilidad; Leidy salía todas las mañanas sumamente temprano, oraba, pasaba por la iglesia y frente al Sagrario encomendaba a su esposo y a sus hijos.
Llevaron esta vida por más de 3 meses, meses de desesperación para Leidy y sus hijos, donde todas sus esperanzas estaban puestas en Dios y sus oraciones diarias, en cada cuenta del rosario que hacían cada noche, en cada paso de los viacrucis que hacían en la iglesia. Frank por otro lado, de vez en cuando sólo le escribía a Leidy un "¿Cómo estás?", un "Lo siento" y un "te extraño", Leidy sólo respondía a la primera pregunta, al resto no decía nada.
Una noche en que su hija Sarah estaba recibiendo un premio de honor en matemáticas, Frank tuvo que ir a ese evento, cuando él iba llegando para sentarse, divisó a lo lejos a Leidy y a sus 3 hijos riendo muy contentos, eso le dio mucha nostalgia, quizás de recordar lo bonito que lo pasaban juntos antes de él ser despedido, o lo feliz que él era cuando veía a su familia reír; en ese momento se le salieron algunas lágrimas de sus ojos, miró al cielo y dijo: "Señor, quítame este dolor que siento, sé que no pude mantener a mi familia como un hombre y me merezco este sufrimiento". Él fue al baño, secó sus lágrimas, lavó su rostro y se sentó una fila atrás de su familia, saludó a sus hijos y a Leidy le puso la mano en el hombro en forma de saludo.
La vida de Frank no iba bien, él seguía sumergido en el alcohol, Irma ya no le colaboraba emocionalmente y de ninguna forma, lo había largado en más 3 ocasiones diciéndole que era un vago, un bueno para nada y que ya no lo soportaba. Frank estaba deprimido, sólo, abatido, sin nadie con quien hablar, nadie con quien reír.
Una noche de esas de tantas donde Irma lo largaba de casa, Frank tomó la poca ropa y herramientas que se había llevado, y las tiró al auto, había decidido ir a quedarse a la casa de su amigo José; camino a la casa de su amigo, se detuvo en una farmacia a comprar unos medicamentos para dormir y bajándose del auto unos ladrones lo abordaron con arma en mano, le pidieron las llaves del auto y todo lo que tenía. El sin mediar palabras le entregó todo, los ladrones pusieron la reversa del vehículo y lo atropellaron; Frank quedó tirado en el estacionamiento sin documentos y herido, la Cajera de la farmacia logró ver lo que había ocurrido y llamó al 911, y se llevaron a Frank al hospital inconsciente.
Como Frank no llegó donde José, este pensó que se había arrepentido y le empezó a llamar, en la ambulancia el teléfono de Frank empezó a vibrar, y uno de los paramédicos lo tomó, y le explicó a José la situación; José decidió ir donde Leidy y decirle lo que estaba pasando, ya que José era amigo de Frank y Leidy desde hacía más de 10 años.
Cuando Leidy, recibió la noticia, sintió mucha desesperación, despertó a su hijo mayor para que la llevara al hospital donde habían transportado a su papá. Cuando llegó Leidy al Hospital, los médicos le contaron la situación crítica, ya que le habían fracturado una pierna y varias costillas con el auto y Frank estaba inconsciente por el golpe y había perdido mucha sangre.
Dentro del hospital había una pequeña capilla, y Leidy fue corriendo con lágrima en los ojos, y a los pies del crucificado dijo en voz alta: "Señor todopoderoso, tú que tienes el control de la vida y la muerte, te pido Señor que sanes a Frank, no me importa si no va a estar conmigo, no importa si ya no me quiere, no me importa si ama a otra mujer, pero te pido Señor, que no lo dejes morir, yo lo amo y sería capaz de entregar mi vida por la suya Señor". Ese clamor y grito de desesperación de Leidy, ese sentimiento donde ella se desprendía de su orgullo, donde era capaz de dejar todo incluyendo su vida misma por ese ser que ama, le dio la esperanza de haber sido escuchada por Dios.
Frank fue intervenido quirúrgicamente, estuvo aproximadamente 4 horas en recuperación, y dejaron entrar a su esposa para verlo. Leidy, mientras caminaba hacia el cuarto donde estaba Frank, iba pidiéndole a Dios que estuviera todo bien, y que le pusiera en su mente las palabras adecuadas para hablarle a Frank en caso que estuviera consciente y despierto.
Leidy entró al cuarto, vio a Frank con la pierna vendada, el rostro hinchado, muchos aparatos conectados a su cuerpo, él parecía dormido aún, ella pasó su mano el cabello de él, por su rostro le dijo en voz baja te amo y se sentó a su lado.
sentada a lado de él, ella daba gracias a Dios, porque todo había salido bien, y justo cuando estaba en medio de un Padre Nuestro con el rosario en la mano, Frank puso su mano sobre la de ella, ella lo miró fijamente a los ojos, él la miró también fijamente a los ojos, sin decir ninguna palabra parecía que ambos sabía lo que el otro quería decir, él empezó a llorar y sólo decía lo siento, ella se levantó, lo abrazó y le decía, no Frank yo lo siento. Frank le dijo: "he sido el hombre más tonto del mundo, los he abandonado, te he tratado muy mal y tú no me decías absolutamente nada, sabías que te había sido infiel y no me decías nada, me fui de casa y no me dijiste nada, ¿por qué Leidy, por qué?", ella le dijo: "Frank, al principio que me di cuenta, yo tenía tanto enojo que pensé en salir corriendo a buscarte, a reclamarte a ti y a esa mujer, pero tomé la decisión de escuchar a Dios, de buscarlo y que me diera Él el entendimiento adecuado para manejar esta situación, él me prometió que te regresaría a casa, que confiara en él y eso es lo que he hecho en todo este tiempo, yo no te amo porque tengamos dinero o no, yo te amo por lo que eres como esposo, te valoro, Dios te escogió entre muchos hombres sólo para mí, para ser mi complemento, para formar una familia, pero lamentablemente por las presiones económicas y el trabajo yo me alejé de la iglesia, casi no oraba con fe; cuando te fuiste Frank entendí que si nuestro hogar va a prosperar, va a ser con la ayuda de Dios, y no sin Él, ahora entiendo que él hubiera podido mantenernos alejado de todo esto, pero esta prueba era necesaria para acercarnos a él y fortalecer nuestro lazo, para ponerlo a él en primer lugar, para que entendamos que el trabajo, el dinero, los amigos no son más importantes que Él Frank"; Frank, simplemente le respondió: "Leydi, te prometo en nombre de Dios, que daré lo mejor de mí para que nuestra familia salga adelante con la ayuda y la bendición de Él, sólo te pido que me permitas recuperar tu confianza y demostrarte cuanto te amo", a lo que Leydi respondió: "Frank, mi confianza no estará puesta en ti, está puesta en Dios, y si él te compro en el calvario, confío que al tú reencontrar su camino, harás completamente su voluntad".
Frank y Leidy, son sólo una de las tantas parejas, que han dejado a un lado a Dios, han dejado a un lado el compartir en familia, por la desesperación económica, una agonía que se vuelve cada vez más grande y pesada y que es tan fácil de resolver a los pies de Cristo, pero preferimos tomar el camino corto, y es el que nos lleva al dolor y a los lamentos, en vez de tomar el camino largo que lleva a la felicidad y a la confianza de que todo estará bien.
Hoy en día Frank, Leidy, Sarah, Roberto y Robin son una familia feliz, con las diferencias que puede tener toda familia, pero con esa confianza de que cada día será mejor; Frank le pidió a Leidy que se casaran por la iglesia, ella le dijo que sí. Frank se ha tomado en serio su papel como esposo, ahora es más detallistas, prepara una vez a la semana una cena romántica para Leidy, la cual le corresponde con ese apoyo emocional que sólo tenían al principio de su matrimonio.
Dios bendiga a Frank y a Leidy por entregarse completo a ÉL, y por este testimonio de amor.

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